A pesar de la volatilidad en los mercados sigue con tu plan
Imaginemos 3 hermanos que deciden empezar a invertir al mismo tiempo en una cartera con un perfil idéntico, José, Jorge y Ana. Los tres se proponen invertir una cantidad de dinero inicial digamos 10.000 €. Pero además tienen el propósito de invertir parte de sus ahorros de forma regular.
Jorge está decidido a invertir 500 € mensuales pase lo que pase. José en principio también, pero en vez de hacerlo de forma fija tiene el propósito de invertir la misma cantidad pero lo quiere hacer en el momento en que el mercado sea propicio, es decir, en su concepción particular, cuando el retorno trimestral sea positivo.
Ana también quiere invertir regularmente y de forma parecida a José, quiere incluir cierta flexibilidad en su proceso de inversión. La diferencia es que ella aplica un método claro estableciendo unos parámetros totalmente predefinidos: invertirá más o menos dinero en función de la situación del mercado, pero sin dejar de invertir en ningún periodo. Su plan es intentar invertir más dinero cuando el mercado esté más barato.
Cómo invertir
Hay multiples estudios que demuestran que el hecho de que Jorge invierta regularmente a pesar de que los mercados estén sufriendo caídas, hace que pronto sus retornos pasen a ser superiores a los de José y las curvas de rendimiento se separan rápidamente a su favor. Por tanto Jorge al ignorar el mercado e invertir consistentemente sus ahorros independientemente de los resultados, le permite comprar más por menos lo que añade rentabilidad adicional a su cartera.
Por el contrario, José al querer invertir solo «en momentos determinados», se enfrenta a varios problemas. Al dejar su decisión de invertir condicionada a «su criterio», se enfrenta al problema de cómo vencer sus estados de optimismo y pesimismo mientras el mercado evoluciona. La realidad es que el mercado no puede ser predicho: la historia nos demuestra que es mejor estar dentro del mercado que fuera de él. A menudo el inversor sin disciplina no puede vencer su estado de ánimo y acaba no invirtiendo. El riesgo es que no estar en el mercado implica perderse a menudo los mejores momentos de este: por ejemplo, si nos hubiéramos perdido esos mejores momentos en los últimos viente años, hubiéramos dejado de ganar el 50% de la revalorización de estos en dicho periodo.
Por lo tanto nuestra recomendación es clara: definamos un plan de inversión periódico e invirtamos pase lo que pase.
Opcionalmente podemos hacer lo que Ana se plantea: teniendo unos parámetros claramente preestablecidos acelerar nuestra inversión o desacelerarla en función de que las caídas de los mercados sean más o menos fuertes (precisamente lo opuesto de José). Ana busca optimizar aún más su plan frente al de Jorge: invertir una cantidad superior en momentos de caídas (para comprar aún más «barato»), pero seguirá invirtiendo en todos los periodos pase lo que pase (con una cantidad variable). Esta posibilidad algo más compleja (implica acertar bien la probabilidad de caídas y la distribución de nuestras inversiones en relación a estas) puede aún incrementar más nuestros retornos, máxime si distribuimos con éxito nuestro potencial inversor, aquilatando bien probabilidades y oportunidades.
Pero la verdad es que no es necesario complicar mucho nuestro plan. Basta con seguir el sencillo plan de Jorge. Basta con tener el coraje para invertir pase lo que pase, aunque la situación del mercado esté corrigiendo o sea claramente bajista. La historia demuestra que el mercado premia al inversor consistente y disciplinado.
Comprometerse a un depósito automático preestablecido es la mejor manera de evitar la tentación de querer adivinar lo imposible: acertar el mejor momento del mercado. De esta forma evitaremos que nuestras emociones nos paralicen y proseguiremos con nuestro plan trazado: con el tiempo nos daremos cuenta de los beneficios de ello.
Y es que en realidad el mundo de la inversión no tiene secretos.
O dicho de otra forma, uno de sus secretos es muy sencillo: traza tu plan y sigue su curso pase lo que pase.
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